El criterio del valor aportado es determinante en la construcción de los proyectos, constituye parte de la nueva política, la que dio un giro posdemocrático. En esa perspectiva estamos obligados a contemplar las innovaciones democráticas, para encarar el creciente interés político de la ciudadanía y sus nuevas formas de participación; que nos obligan a exhibir un componente ético en nuestras acciones partidarias.
Se habla mucho de democracia, pero no del impacto que tiene sobre esta las decisiones políticas no controladas, ignorando la capacidad de encontrar las respuestas ante el desgaste de la confianza pública, no solo en los actores políticos, también en sus organizaciones.
Las consecuencias y causas sociales siempre tendrán una vinculación con el control entre poderes, la corrupción, narcotráfico y sus derivados, entre otros males. Lo imperativo es asumir las responsabilidades individuales respecto de este flagelo, con intensiones sinceras y voluntad transformadora.
Durante muchos años hemos escuchado el discurso sobre el adecentamiento político, y debemos reconocer que se han hecho grandes esfuerzos por impulsar agendas que prioricen los planes nacionales; no obstante, es evidente que los partidos, todos, se han sentido muy cómodos dando apertura en listas de aspirantes a cargos electivos, ciudadanos cuyos recursos tienen procedencia dudosa. Hoy estamos siendo testigos de las consecuencias de aquella dinamización que aporta el dinero sucio en las filas partidarias.
La clase política en la República Dominicana tiene el compromiso de recuperar la llave de la confianza ciudadana, esta debe ser nuestra causa, coordinar acciones que procuren el desarrollo y fortalecimiento de los partidos, enfocados en el mejor desempeño político, ético y social. Reanimar la credibilidad y esperanza, se logrará con la adopción de mecanismos que obliguen a una mayor transparencia e integración ciudadana.
Desde el Centro de Investigación Social y Asesoría Electoral, CEDISAE, abrazamos esta causa, la de fortalecer el sistema de partidos, apostando a la identidad política, innovación y liderazgo disruptivo; a través de la investigación, asesoría e información analítica respecto de las variables electorales, acompañamiento técnico, posicionamiento y seguimiento a los subgrupos de votantes locales y nacionales reduciendo el costo de las campañas.
Se lo debemos a nuestro país, la observación y el monitoreo aportan al objetivo nación. La posibilidad de un outsider es peligrosa.
No podemos ofrecer opciones novedosas con los mismos métodos y actores que están deslegitimados por la gente. Las viejas prácticas que desvirtuaron el objetivo y esencia de la política deben quedar atrás.