En el ejercicio del liderazgo siempre existe una tensión entre lo que piensa el político y las aspiraciones de los ciudadanos. De ahí que para gestionar el cambio se necesita sabiduría política pues su arte implica sostener el impulso que controla y estimula las políticas públicas, pero sin perder el apoyo ciudadano.
Un verdadero líder político cuando se convierte en presidente debe tener la capacidad de diferenciar los temas de las preocupaciones, y por supuesto, la rendición de cuentas de las promesas.
Cuando los gobiernos mienten, se muestran tímidos, débiles o tibios, y siembran desesperanza entre los gobernados, es porque la mentira se estrella con las realidades.
Aunque en la construcción del discurso siempre existen ideas accesorias que complementan los argumentos, no se debe perder de vista que una rendición de cuentas obliga a presentar información económica o financiera y la documentación que respalde lo que se expone. El objetivo es detallar en qué o cómo se han gastado o invertido los recursos públicos; el informe debe reflejar el uso que se le ha dado al presupuesto durante el último año.
En República Dominicana la rendición de cuentas tiene obligatoriedad constitucional. El presidente debe presentar sus memorias del año y un discurso de rendición de cuentas, según lo establece el artículo 128, numeral 2, literal f de nuestra Constitución: “Depositar ante el Congreso Nacional, al iniciarse la primera legislatura ordinaria el 27 de febrero de cada año, las memorias de los ministerios y rendir cuenta de su administración del año anterior.”
Conjuntamente con esto, el mandatario debe presentar el Presupuesto Consolidado para el Sector Público, tal como lo indica el artículo 75 de la Ley Orgánica de Presupuesto 423-06.
El pasado año en su primer discurso de rendición de cuentas el presidente Luis Abinader manifestó su interés de mostrar “cambios profundos, apego de las leyes, la ética y a las instituciones del país”, tratando de resaltar lo que para él habían sido grandes avances y algunas ideas de lo que su Gabinete estaba construyendo. Aspiraciones que hoy contrastan con una realidad decepcionante.
“Dar paso a un cambio en la cultura política y democrática de los dominicanos” -como planteó Abinader- es un gran compromiso, que requiere de una extraordinaria voluntad política para lograr concretizarlo.
Economía y el manejo presupuestario
En la pasada rendición de cuentas el presidente anunció la reducción del déficit fiscal en 77 mil millones de pesos, un 2.0% menos de lo presupuestado para el pasado año 2020, que fue un 9.4%, terminando por consiguiente en un 7.4%. Se vendió la idea de “hacer más con menos” y del “estricto control del gasto publico en todo aquello no prioritario”, ignorando que dejar de gastar no es ahorrar, porque muchas veces es el resultado del incumplimiento de las metas institucionales que habían sido concebidas para ese período.
“Una política de gasto publico eficiente, que permita mantener la estabilidad macroeconómica, ahorrar, garantizar las tasas de interés bajas, tasa de cambio estable, positiva valoración en los mercados de inversión” – de la que habló Abinader-, no es algo que se pueda “vender” trabajando únicamente sobre la percepción en la ciudadanía, porque esta tiene un impacto real en los bolsillos de la gente y, además, porque contrasta con la impresionante cantidad de prestamos en la que ha incurrido el gobierno.
Si hubo un ahorro público de 77,000 millones de pesos en el 2020 ¿Cómo se explica que el gobierno del PRM tomará miles de millones de dólares en financiamiento extranjero? Ese monto equivale a US$1,500 millones de dólares que el país pudo no tomar en préstamos. La respuesta es que ese “sobrante” fue el producto del incumplimiento de metas en instituciones, y no de un mejor gasto.
Ministerio Público independiente
En su rendición de cuenta del año pasado, Abinader dijo que “necesitamos transformaciones que nos conviertan en un pueblo de leyes y no una comunidad sometida a la cambiante voluntad de sus gobernantes (…) por eso, uno de los primeros decretos que firme fue para designar un Ministerio Publico políticamente independiente”.
Pero, si la Constitución dominicana le ha otorgado al Ministerio Público autonomía técnica, administrativa y funcional, y el Tribunal Constitucional ha dicho que es un órgano de relevancia constitucional que no depende de ninguno de los tres poderes tradicionales del Estado, ¿tiene sentido modificar la Carta Magna para darle la “independencia” tan cacareada a ese órgano público?
Y, si el presidente no nombraría en lo sucesivo al Procurador/a General de la República -a quien también se le propone cambiar el nombre por el de Fiscal General- ¿A qué órgano o poder le corresponderá hacerlo? ¿A un Consejo Nacional de la Magistratura controlado por el Ejecutivo o al Senado controlado por el partido oficial?
Salud y educación
El Plan Nacional de Vacunación fue un componente que ocupó el primer puesto en los seis pilares presentados el pasado año como logro en los primeros meses de gobierno, pero lo que no quedó claro fue el costo total que pagamos los dominicanos, por uno de los planes “más ambiciosos de América Latina”. Y el anuncio de la reforma de 24 centros sanitarios en todo el país es otro programa del que se desconoce el costo total de sus remodelaciones.
¿Revelará el presidente en su discurso de este domingo, cuánto perdió el país por el vencimiento de cientos de miles de vacunas contra el Covid-19? ¿Se explicará si esas vacunas fueron compradas con préstamos internacionales o con recursos internos?
Del mismo modo, el anuncio de la capacitación de más de 100,000 docentes, la compra de 183,047 dispositivos tecnológicos, para repartirse entre maestros y estudiantes, así como la campaña de publicidad “Aprendamos en casa” -que implicó una masiva difusión por radio, televisión, plataformas digitales y medios impresos-, son otras iniciativas de la que los ciudadanos no tenemos claro su costo total.
Lo que inicialmente se nos vendió como la creación de una instancia de coordinación entre el Instituto de Bienestar Estudiantil (INABIE) y el sector agropecuario, en procura de que “los alimentos servidos en los programas escolares sean en base a productos de producción nacional y con la participación de las cooperativas rurales”, se quedó en promesas, pues la prensa nacional ha presentado en varias ocasiones, los escándalos de corrupción que involucran a personal y suplidores de esa entidad.
Agricultura
La atención a un sector sensible, clave para la seguridad alimentaria del país, que además es generador de divisas y fuente de empleos, también es otra promesa incumplida que además no ha exhibido avances durante el último año.
Aunque se anunció la implantación de un programa coordinado de apoyo presupuestario, “para recuperar más de un millón de tareas que fueron abandonadas por enfermedades y falta de respaldo oficial”, que contemplaba, además, la inversión de 6,000 millones de pesos para la rehabilitación y siembra de cacao, tabaco, banano, mango, aguacate y otros rubros que son altamente demandados en el mercado internacional, es otra acción sectorial de la que no se ha rendido cuentas.
Viviendas y planes sociales
No existe información oportuna, detallada sobre la construcción de “11 mil nuevas casas para el programa Familia Feliz”, más de 30 mil que se estuvieron ejecutando el año anterior y otras 4 mil nuevas, que se anunció serian levantadas en diferentes localidades del territorio nacional. En total, este gobierno manifestó estar construyendo 45 mil viviendas durante al año sin que hasta ahora se puede constar las asignaciones y ejecuciones presupuestarias para tales fines.
El presidente informó que a partir de mayo del 2021 el programa social “Comer es primero” se convertiría en “SUPERATE” para asegurar que un millón de hogares reciban 1,650.00 pesos mensualmente, permitiéndose rediseñar su contenido para motivar la inclusión laboral. Estamos hablando de 1,650,000,000 pesos, que hasta la fecha han evidenciado dificultades para su erogación.
El año pasado, en las 42 páginas de su discurso ante la Asamblea Nacional, el mandatario no hizo una verdadera rendición de cuentas de su gestión, porque su discurso estuvo centrado en promesas de transparencia, de apoyo a los jóvenes y demás temas sectoriales, que se limitaron a ser un legajo de anuncios, ideas, promesas y aspiraciones.
Lo que todo ciudadano espera y merece es que, teniendo ya más de año y medio en el poder, el presidente Abinader entienda que este domingo 27 de febrero, para cumplir con su obligación constitucional de rendir cuentas de su gestión de gobierno, no debe formular promesas, ni anunciar proyectos, sino explicar en forma clara, amplia y veraz cómo su administración gestionó los recursos presupuestarios y otros ingresos durante el año anterior. Y, sobre todo, decir de que forma las políticas públicas de su gobierno se tradujeron en una mejoría de los niveles de vida de los dominicanos. En fin, que el país espera una verdadera rendición de cuentas y no una jornada de cuentos.
