La semana que concluye, matizada en todo el mundo por la conmemoración de la muerte de Jesucristo y los llamados a la paz en Ucrania, discurrió en República Dominicana entre el estupor por el atropello al Defensor del Pueblo y a periodistas de un diario y un noticiero de televisión.
La indignación fue tal que opacó la revelación, a nivel internacional, del uso de cuentas falsas y #bots por parte de la Presidencia y de su equipo de comunicaciones. La denuncia la hizo Julián Macias Tovar, tanto en sus cuentas de Twitter y Telegram, siendo reseñadas por varios medios españoles (Público.es, entre ellos) e innumerables cuentas locales.
El hecho de que muchos de los tuits del presidente Luis Abinader, la Presidencia de la República Dominicana y la Dirección de Comunicaciones (DICOM) sean replicados por cientos de cuentas falsas pone en evidencia, en primer lugar, que el gobierno luce desesperado por simular una popularidad o aceptación que no tiene.
En segundo lugar, que la proclamada honestidad y moralidad de la actual administración, que no ponemos en duda, hace aguas cuando se presta a crear, comprar o utilizar cuentas falsas para, mediante un engaño vulgar y evidente, hacer creer que las acciones del gobierno gozan de una alta simpatía entre los usuarios de redes sociales.
Si el flamante director de Comunicaciones del gobierno se atrevió a afirmar recientemente que Abinader tiene la reelección asegurada y que la oposición en su conjunto no tiene más que un 20% de intención del voto, ¿por qué recurre al uso de cuentas falsas para dar RT´s y “likes” a las publicaciones de la Presidencia, la cuenta personal del jefe del Estado y la suya propia para engañar a la gente haciendo creer que se tiene una aceptación pública que no es tal?
Esta revelación no es solo una “crisis de comunicación”, como algunos se atreverían a afirmar, sino una verdadera crisis de la gestión misma del Gobierno, si partimos del supuesto de que la “acción comunicativa” -como diría Habermas- es parte del ejercicio del poder.
Gobernar es comunicar las acciones, planes y políticas. Y cuando se crean “públicos falsos”, mediante el uso de cuentas falsas, de “bots”, lo que queda en evidencia es la acelerada erosión de la estima, de la credibilidad y aceptabilidad del Gobierno.
Muchas voces se han levantado para preguntarse si las recientes apropiaciones presupuestarias, que superan los RD$1,400 millones, para el DICOM, guardan relación con este tristemente develado uso de cuentas falsas en la publicidad y comunicación oficial. El área de comunicación del Gobierno debe aclararlo, rendir cuentas, informar qué se ha hecho con esa gran cantidad de recursos públicos, en qué o quiénes se ha gastado.
Usar cuentas falsas, recién creadas o en desuso, para crear supuestas “tendencias” en las redes sociales, no es otra cosa que corromper las redes sociales, manipularlas de la manera más ruin, denigrarlas sin el menor de los escrúpulos.
Como para el área de comunicación del gobierno, el RT o el “me gusta” de una cuenta falsa tiene el mismo peso, el mismo valor e importancia, que los que ponen los simpatizantes de Abinader y los miembros del partido oficial, la moraleja es que a estos últimos y a su endoso en redes sociales, se les aprecia tanto como a aquellos.
Este escándalo revela la enorme debilidad mediática del gobierno de Abinader. Y deja claro si su equipo de asesores y estrategas de comunicación es capaz de exponerlo con el uso indiscriminado y abusivo de cuentas falsas, para simular muchos RT y los “likes”, nadie va a creer que las “encuestas” que le otorgan niveles de intención de voto que apenas excede el 40% no están, del mismo modo, contaminadas, alteradas. Y, por qué no, parcialmente falseadas. Fabricarse falsos apoyos no va a impedir la creciente erosión de la popularidad del gobierno. Todo lo contrario.
Carlos José Minervino Sencion
16 de abril de 2022 a las 8:08 am
Nunca he podido entender que gana un gobierno, un candidato, un partido político o quién sea con esos falsos apoyos. Al final todo se diluye.
Excelente trabajo Liza Collado.