De sputniknews.com
Para cuando empezaron a crear la vacuna contra el coronavirus, los investigadores ya habían estado preparando un fármaco contra el virus MERS durante tres años. El brote de esta enfermedad tuvo lugar en los años 2012 y 2013 y, al igual que el SARS-CoV-2, pertenece al género de los betacoronavirus. De este modo, la inoculación no tuvo que ser creada desde cero.
«Por eso, cuando apareció otro coronavirus, hermano cercano del mismo grupo de los betacoronavirus, no tuvimos ninguna duda de qué y cómo hacer. Fue un copiar y pegar», aclaró el científico.
Logunov precisó que el trabajo comenzó en febrero, cuando asistió a una conferencia de la Organización Mundial de la Salud, después de la cual quedó claro que había un «gran problema». Cabe recordar que la OMS no reconoció la situación como una pandemia hasta marzo.
La vacuna del Centro Gamaleya está basada en un vector, lo que significa que se usa un virus portador que entrega la información genética del nuevo coronavirus al cuerpo humano y desencadena una respuesta inmunológica.
Qué es una vacuna de vector
El vicedirector del Centro de Epidemiología reveló que se tomó un virus no peligroso que no encaja en el genoma y que toda la humanidad enfrenta en el curso de la vida: un adenovirus. Luego se le cortan pedazos del genoma de tal modo que pueda llegar a las células humanas, pero no reproducirse.
«En nuestro caso, fue un gen extraño a los adenovirus, pero importante para los coronavirus, que codifica la proteína S (proteína-espina). El adenovirus puede entregarlo efectivamente, y después de dos o tres semanas no habrá ningún rastro del vector en el cuerpo», explica el virólogo en su entrevista con el medio ruso Meduza.
Rusia va a usar una vacuna no de uno, sino de dos vectores. Un solo vector no se reproduce, y hace falta volver a hacer una inyección. El mismo vector no se puede usar, ya que la respuesta inmune a este estaría en su pico. Pero si una persona no ha respondido a la primera inyección, como sucede, por ejemplo, con las personas mayores, hace falta reforzarla y repetir el proceso.
«Para finales de 2020, nuestro centro debe alcanzar capacidad para millones de inoculaciones por año. Mi objetivo no era ser el primero en el mundo, sino proteger a mis seres queridos», destaca Logunov.
Denís Logunov a los 43 años es miembro de la Academia Rusa de Ciencias, lidera el grupo de desarrolladores de la primera vacuna rusa contra el coronavirus y ya se la ha inyectado a sí mismo.