El auge de los abogados independientes es cada vez mayor, dado que tanto las empresas como las personas físicas prefieren tener un representante a quien puedan llamar directamente y tener información inmediata de sus asuntos.
El abogado informático, penalista, civilista, corporativo, laboralista o de familia, en igual medida tienen éxito y en la actividad se oye hablar mucho de abogado digital.
Siempre hemos visto que hay abogados que estudian contabilidad y otras materias, pero en la actualidad lo que es imprescindible para un abogado es manejar temas tecnológicos por diversas razones.
El abogado vende servicios y tiene que tomarse en serio su trabajo porque es y será siempre muy demandado.
En el primer caso un abogado tecnológico tiene que conocer mucho de tecnología para actividades mercantiles desde un punto de vista tecnológico/electrónico. Así muchos países, desde el año 2000, han venido modificando códigos para ser adaptados a la observación de los delitos electrónicos y los derechos a estos fines. Cientos de transacciones ocurren ahora mismo de manera virtual, teniendo un auge gigante en las bancarias.
La delincuencia informática ha traído reformas a los códigos penales, los ciberataques, fraudes y robo de datos, traen consigo un conjunto de leyes que van limitadas a proteger la información y mantenerlas seguras e íntegras. Aunque no exista contrato de confidencialidad, los empleados están obligados a guardar los secretos profesionales y afines, a los que tenga acceso.
Las leyes para regular las operaciones de instalaciones en tecnologías financieras, son de las más recientes; contienen un cúmulo de confidencialidad y regulaciones, incluida la obligación de estas instituciones a mantener sistemas tecnológicos robustos que mantengan la confidencialidad de sus clientes.
Para ser considerado un abogado digital, es imprescindible conocer todo el marco regulatorio de las tecnologías de información.
La segunda vertiente va en este tenor, mas no se limita a la tenencia de dispositivos, celulares, laptops entre otros medios potentes de canalizar información veloz. Son un buen comienzo, pero el solo hecho de ser buenos utilizando estos dispositivos, no nos convierte en abogados digitales.
El abogado digital tiene que entender la tecnología como si fuera un experto en la materia, aunque no sea un veterano; basta con un conocimiento profundo.
Por ejemplo: si llevamos una demanda en la que ha habido una falsificación de firma electrónica, tenemos, como abogado, que contar con la capacidad de exponer al juez lo ocurrido, plantear los hechos de una manera precisa, pero es casi seguro que necesitemos la participación de un perito que pueda convencer al juez para que este pueda tomar su decisión con convicciones propias.
Lo cierto es que el perito es experto en su materia, no sabe de derecho. Si el abogado que le va a formular preguntas al perito no sabe de tecnología, difícilmente vamos a tener un punto de encuentro entre sus planteamientos.
Es importante que el abogado que se involucre en esta clase de procesos sepa y conozca cómo funciona la tecnología y las cosas en internet; en las páginas web, para de esta forma poder formular las preguntas al perito y luego sepa transmitir al juez lo planteado para que este último pueda entender correctamente que fue lo que sucedió.
Es preciso que el abogado conozca también cómo funcionan los instrumentos con los que habitualmente realizamos transacciones electrónicas.
Hay que saber distinguir lo básico. Por ejemplo: saber que es una página web y una app; distinguir la diferencia entre ambas cosas, porque pueden ser parecidas, pero son diferentes. Hay que distinguir lo que es una plataforma electrónica de un sitio web o de un blog, y no solo conocerlos, sino tener nuestros propios blogs donde podamos transmitir experiencias y que se haga pública nuestra opinión. Hay links que podemos usar para publicar artículos, no post, como cuando usamos Twitter, sino más allá.
Facebook, WordPress, Prestashop, Joomla y otras especies de aplicaciones en internet nos permiten de manera amplia publicar artículos que incluso pueden contener sonidos e imágenes, ordenados por fechas o títulos.
El abogado digital debe conocer muy bien las Redes Sociales y distinguirlas porque cada una tiene una función particular y sobre todo un público importante.
A diferencia de las demás nomenclaturas, cuando oímos hablar de un abogado digital podemos pensar en dos vertientes; que tiene conocimiento tecnológico o que tiene conocimiento jurídico respecto a la tecnología.
Analizando estas vertientes tenemos que ver qué necesita saber uno y otro para ser considerado como tal.
Alfonso
30 de agosto de 2021 a las 9:23 pm
Es una tendencia de actualidad