Este artículo ha sido redactado en colaboración con la Dra. Ivanova D. Pérez Minaya, Psicóloga Clínica, Terapeuta Sexual y Familiar; propietaria del Centro Psicosalud Familiar del Sur, Baní, Provincia Peravia, República Dominicana. Tel: 829-571-9025.
El otoño tradicionalmente es asociado con nuevos comienzos, algunos consideran que es la etapa más reflexiva de las personas, donde experimentamos la culminación de los ciclos que darán paso a una estancia más plena. En la naturaleza esto se puede apreciar con cada vuelta a sol, los árboles se desprenden de las hojas que no les son esenciales reiniciando así una nueva etapa.
En tiempos tan convulsos como los actuales, en los que, además, somos bombardeados constantemente por los medios digitales respecto de los estándares ideales para las expectativas de vida, la opinión de los expertos y su acompañamiento es fundamental.
La madurez inicia con los maravillosos 40, llamados también los nuevos 30, así nos lo relató la Dra. Pérez Minaya, afirmando que a esa edad se «suscitan varias situaciones que, de no ser bien llevadas tanto por el hombre como la mujer, generarían conflictos internos. Se supone que muchos soñábamos con tener nuestra vida, sino bien realizada, bien adelantada en la parte de los logros profesionales, metas personales y recursos económicos.»
Según sus evaluaciones en la edad madura y durante la vida adulta se van a proyectar difíciles tareas a la persona. Estas tienen que ver con el propio yo, “presionando entre lo que uno quiere ser y lo que podría ser”. En esta etapa también es posible que ocurran múltiples situaciones de conflicto con las parejas, amigos, compañeros de trabajo, los hijos y demás, la resolución de estos nunca será definitiva, si para atenderlas no se manifiesta una poderosa fuerza de voluntad.
La doctora refiere que “según la teoría psicosocial de Ericsson existe una etapa de crisis a enfrentar y en esta entran los maravillosos 40 años; la época de generatividad versus el estancamiento. La misma comprende desde los 35 a los 55 años y la crisis a enfrentar sería, no desarrollar la fuerza del yo. Cuando un individuo maduro no puede o no quiere buscar un cauce para la generatividad, se sentirá abrumado por “el estancamiento, el aburrimiento y el empobrecimiento de sus relaciones interpersonales” decía Erikson.
Ya demostrado que son muchas las personas que entran en crisis al llegar a la edad madura, este síntoma social nos motiva a preguntarnos: ¿Cuáles serían las fortalezas al lograr concluir esta etapa exitosamente? La solidaridad, sería la fortaleza básica que surge de la generatividad (sentirse productivo) en la adultez, así nos lo detallaba con su enorme sonrisa la terapeuta banileja.
Recomendaciones del Centro
Al llegar el otoño de nuestras vidas es importante desarrollar un gran interés por los otros; la manifestación de esa empatía está en la necesidad de enseñar no sólo para ayudar a otros, sino también para realizar la propia identidad. Ser tolerantes ante la diversidad de ideas, tradiciones y ser capaces de luchar por un equilibrio entre el cuidado y la consideración del sí mismo y de los demás. Ser maestro o mentor de muchos se desarrolla en esta etapa.
Los proyectos de vida de ahora en adelante suelen ser interesantes y aun si bien podríamos tener sentimientos encontrados, nunca será tarde para reinventarse y decidir cambiar nuestras circunstancias.
Resulta mucho más interesante, que confirmando la teoría de observación en que muchos adultos al no ser capaces de superarse, entran en una especie de regresión comportamental, propia del estancamiento para compensarse, es determinante el acompañamiento psicológico, el ejercicio físico y la realización de actividades productivas.
En mi caso llegó el otoño, una etapa que he decidido recibir en gratitud y explorando nuevos proyectos que me hacen sentir plena y productiva.
La madurez da una sensación de paz y un estado de conciencia mucho más elevado, amplio para decidir, emprender, evaluar, amar sin miedos y redefinir prioridades. Todos, deberíamos ser capaces de vivir el esplendor de nuestro otoño, defendiendo lo bueno que esta etapa de desapego nos ofrece; valorando el sol que hizo ocurriera esta estación.