Todos hemos sido testigos de las reacciones que provocó en la ciudadanía, las pretensiones de incluir gravámenes en el proyecto de presupuesto para el año 2021 que fue depositado por ante el Congreso Nacional. Es natural que una sociedad en crisis política, económica y social reaccione crispada ante la pretensión de cargarla con más impuestos.
Hace ya varios años, la Dirección General de Presupuesto publica el fascículo Presupuesto Ciudadano, documento que explica de forma didáctica, gráfica y digerible la composición del plan de gastos e ingresos para cada año luego de ser aprobado. Esta herramienta de información pública, sirve para ilustrar cual será el destino de los recursos que administrará el gobierno.
Cuando iniciamos la carrera presupuestaria hace ya más de una década, lo hicimos en la Dirección de Ingresos, Consolidación y Estadísticas Presupuestarias, departamento de la DIGEPRES que es responsable de los procesos de consolidación de los presupuestos en las fases de formulación, ejecución, cierre del presupuesto y la elaboración de los indicadores para los análisis retrospectivo y prospectivo, como lo indican los artículos 74 y 76 de nuestra Ley orgánica 423-06.
Indudablemente aplicar impuestos produce dos efectos, de una parte se reduce la capacidad de compra del sector privado; y de la otra, se genera una transferencia de recursos desde el sector privado al público. No perdamos de vista que son los ingresos fiscales los que recibe la administración pública para atender los gastos del gobierno que se han contenido en el presupuesto nacional.
De Don Luis Hernández, ex director de Presupuesto, aprendí la importancia de estimar de forma apropiada los ingresos, sobre todo, los corrientes, que en el corto plazo nos permiten determinar las principales fuentes de ingresos, en el mediano plazo; la evolución futura que tendrán, no solo para determinar el monto de los recursos internos disponibles, sino, para calcular la repercusión que tendrán los tributarios, resultado de la nuevas medidas políticas.
La experiencia nos dice que si no se realizan las estimaciones de ingresos en dos tiempos, tendremos dificultad para el reconocimiento y toma de decisiones ante los efectos.
Nuestro sistema tributario se sustenta en las recaudaciones de los impuestos sobre los ingresos, el ITBIS, el arancel, los impuestos sobre hidrocarburos y los selectivos. Según las estadísticas de la DGII, estos representan desde el año 2000 cerca del 85% de los ingresos tributarios. Las proyecciones se realizan tomando como base el año anterior, considerando la clasificación económica desagregada, las tasas de evasión observada en años anteriores y las efectivas de tributación.
Estoy segura que las nuevas autoridades reconocen qué es preferible realizar estimaciones de ingresos a precios del año base y luego, ajustarlas al nivel de precios respecto del período a estimar. Es inteligente comparar los resultados estimados con los que hayan resultado efectivos, eso además, ayuda a mejorar las técnicas de proyección para los siguientes años.
Tal vez muchos ciudadanos no entiendan los aspectos técnicos con que se manejan en estos temas, no obstante, puedo afirmar que la mayoría de los dominicanos coincidimos en saludar la decisión del gobierno, de explorar otras fuentes de ingresos para estimular la economía retirando su propuesta de grabar los derechos adquiridos, los ingresos extraordinarios o las compras de productos digitales con tarjetas.