Nunca antes la política había sido tan hostil en su proclama, con propuestas ideológicas que marcan gran distancia entre sí. Los escándalos en las redes sociales y el discurso de odio, han logrado que los actores políticos pierdan visión, poder e influencia, propiciando los extremos ideológicos.
La polarización de la opinión pública manifiesta que el debate entre ciudadanos, políticos o analistas se mueve con mucha facilidad hacia los extremos. Pareciera que se ignora, pero lo que no podemos negar es que la manipulación de los electores en los medios digitales es desesperanzadora.
En octubre del año 2018, el director del Centro Análisis y Medios Sociales en el think-thank del Reino Unido, Jamie Bartlett, publicó un artículo en el que expone su tesis sobre cómo las tecnologías digitales están a punto de derrotar el orden social y la democracia. En su experiencia como pensador político y tecnólogo, concluye en que la tecnología está ganando la batalla, imponiendo su autoridad en detrimento de la democracia.
Reflexionando nuestras preocupaciones sobre el tema, buscamos la opinión de la colega Ivanna Torrico, comunicadora y experta en marketing político 2.0 con dilatada experiencia sobre el particular, quien entre otros señalamientos nos explicó: “es evidente que muchos políticos no solo ignoran los problemas que se han ido generando en estas plataformas, sino que han decidido utilizar estas herramientas para distorsionar la información y manipular las redes sociales”.
“A esto se le suma el debate sobre la burbujas de filtros o las cámaras de eco, que nos muestras que las redes no son tan democráticas como pensamos, pues son estas quienes deciden lo que vemos y en lo que pensamos” puntualizó.
La documentación disponible da cuenta de que empresas como Google, Netflix, Facebook o Amazon, utilizan algoritmos que les permiten compilar información muy precisa de los usuarios, pues la huella digital que van dejando sirve para crear ofertas ajustadas a sus preferencias y necesidades. Si bien la segmentación psicográfica puede ayudar para identificar las necesidades específicas de los electores, también ha contribuido con la promoción del odio racial, el acoso y la difusión de noticias falsas.
Coincidimos con la amiga Torrico en que el aspecto más peligroso respecto de esta tendencia es la falta de empatía. La sociedad moderna vive tiempos convulsos.
Son escasos los medios de comunicación que realizan acciones de contrapeso con miras a civilizar el debate político en las redes sociales, de hecho, una cantidad importante han reproducido estas batallas en sus pantallas para ganar rating. La mayoría de las veces, estas acciones solo contribuyen con la profundización de los silos y la polarización, ahogando las visiones pragmáticas.
Se requiere una transformación de fondo en las discusiones políticas, más propositivas, menos viscerales, en los que los disensos sean sustanciales. Es nuestro deber promover la sana democracia.