El populismo se ha convertido en el principal enemigo de la democracia liberal. ¿Será posible derrotarlo?, fue la interrogante que de inmediato me asaltó cuándo recibí como obsequio hace unos meses el libro El Estallido Social del Populismo, me lo dio una vieja amiga, una de alma grande con la que siempre reflexionamos sobre la vida y la literatura. Aunque ella no es política, nunca deja de impresionarme su perspectiva ciudadana.
El libro está escrito por el periodista y escritor Álvaro Vargas Llosa, que aunque a muchos no les agrade su estilo, plasma con claridad meridiana y datos argumentados la realidad del tema en América Latina y Europa, evidenciando así como esta mala práctica ha permitido que gente sin formación, cultura al trabajo, o base social haya degenerado la democracia, evitando el desarrollo de las fuerzas productivas.
Muchos líderes valiéndose de una política irresponsable y demagógica, no han vacilado en sacrificar el futuro de la sociedad por un presente efímero. Me escribió Niurka en una nota adjunta lo siguiente: “Espero que te guste como a mí, sinceramente tenía mucho que no disfrutaba una lectura con tanta jocosidad, gracia y humor, para describir una realidad que nos guste o no, forma parte cultural de los pueblos, y que se ha disfrazado como instrumento de transformación social en su relación hombre- sociedad – naturaleza… Se racional”. Es obvio que ella está más clara que muchos políticos dominicanos.
El populismo tiene una raíz larga, es de antigua tradición, una de las mayores dificultades para poder combatirlo es que este apela a los instintos más acendrados en las personas, por eso prende con facilidad en sociedades que experimentan crisis o situaciones imprevistas.
En algo coincido con este compendio de ensayos, la derrota del populismo la dará la propia realidad, porque las políticas irresponsables solo agravan los problemas sociales y económicos de los países, en República Dominicana tenemos un ejemplo reciente con el presidente saliente. En la democracia liberal ese enemigo se ha infiltrado de manera solapada, con el único propósito de irla destruyendo poco a poco con falsas promesas de cambio.
Todas las fuerzas políticas tienen el compromiso de romper con los vicios de una cultura generacional que cimentó los liderazgos de sus partidos en el populismo, la sociedad actual demanda de nuevos actores, con innovadores enfoques respecto del manejo de la gestión pública. Si realmente se tiene la voluntad suficiente para emprender las grandes reformas, hay que empezar por combatir el populismo.