Reflexiones en el marco de la celebración del Primer Seminario de Comunicación de Estado para Lideres del Futuro; realizado por Felipe Vallejos y el equipo de Cerebros Políticos. Nuestra participación, en el segundo panel, ofreció una mirada respecto de los Desafíos y avances de la mujer en la Comunicación Política.
Biblioteca Nacional, auditorio Prof. Juan Bosch, República Dominicana, 28 de septiembre de 2022.
Como hemos señalado en otras publicaciones, la comunicación estratégica con enfoque político no es neutra, no produce impacto alguno cuando se maneja como un simple método de promoción, sino que, bien lograda, influye en todos los ámbitos respondiendo a las demandas de información que exige la ciudadanía; tiene una dimensión que es algo más que táctica.
Cuando se diseña un plan de comunicación política el objetivo fundamental es facilitar la direccionalidad y articulación de quien o lo que se quiere comunicar, permitiendo que los mensajes que son transmitidos a través de acciones se reenfoquen y alineen hacia el desarrollo o impacto que se ha propuesto alcanzar. Para concretizarlo, se determinan esas acciones que aseguran la calidad y efectividad de las informaciones que debe recibir la ciudadanía.
Para la toma de decisiones, en la comunicación actual es importante ponderar la realización de dos diagnósticos situacionales: uno que determine las fortalezas y oportunidades de mejora en la gestión comunicacional, y otro orientado a medir con aproximación de la realidad el nivel al que se aspira. El resultado de este definirá entonces las fuerzas restrictivas e impulsoras, externas e internas aplicables a la estrategia.
En la arquitectura de este proceso, si se articula con criterios de consistencia, cohesión e integración, se puede lograr delimitar con claridad el objetivo a comunicar sin que este se vea como la promoción de un funcionario particular o acto especifico, pues de lo que se trata es de contar historias, rendir cuentas sobre la inversión y el uso de los recursos públicos, el cumplimiento de las promesas de campaña o las propuestas y aspiraciones.
Cuando los lideres comunican buscan trascendencia histórica e institucional, y deben saber que la clave para una buena información descansa en impregnar la marca que delimita entre el antes y el después. Esta acción se visualiza como un ciclo en el que intervienen la implementación, evaluación, retroalimentación y evidentemente la mejora continua en el proceso comunicativo. Articulación que, sin dudas, muchas veces sabemos gestionar mejor las mujeres.
Hay muchas formas de hacer política, sin dedicarse formalmente a la actividad política, la comunicación es una. Recordemos en este punto que la política es la ciencia, la técnica y el arte de combinar una serie de medios para alcanzar determinados fines, asociados al espectro cada vez más amplio del ejercicio del poder. En el Estado Social y Democrático de Derecho que comenzamos a construir, a partir de la promulgación de la Constitución de 2010, ese ejercicio político del poder tiene como finalidad gobernar en favor de las personas, de sus necesidades y derechos fundamentales.
Quizás convenga recordar también que, como alguna vez apuntó Romano Guardini, “el poder es la capacidad para mover la realidad”, para influir en la modificación o el cambio del mundo, de la sociedad. Por eso decía, que se hace política de muchas formas y que comunicar es una de las formas de hacer política.
El rol de las mujeres
Afortunadamente desde las sufragistas hasta hoy el mundo ha cambiado, menos prejuicios, más libertades, nuevas tecnologías e instrumentos que han democratizado la información y en el que la mujer tiene un rol de suma relevancia. Así lo evidencia su liderazgo en medios informativos a nivel mundial. Es cierto que aún existen escenarios o contextos de discriminación múltiple en contra de las mujeres, pero son cada día más reducidos y cada vez más renunciados e impugnados.
Las mujeres, sobre todo las más jóvenes, nos hemos ocupado de traer a los escenarios político-comunicacionales voces muy particulares, insistentes, reivindicativas, influyendo enormemente en los cambios que han surgido en la comunicación.
Nuestro compromiso y participación es determinante. No obstante, si las acciones no guardan coherencia con la línea estratégica de comunicación que se ha concebido proyectar, es imposible transmitir un mensaje oportuno y que respalde esas acciones. Teniendo en cuenta, que la opinión pública (en sus múltiples manifestaciones) es siempre, como diría Giovanni Sartori un elemento esencial de la “democracia horizontal”.
Es evidente que la comunicación política se complica cuando las decisiones que se adoptan o las medidas que se anuncian son erradas o simplemente afectan a los ciudadanos.
Hacer comunicación política en tiempos difíciles, en medio de crisis o desequilibrios como los que han azotado al mundo durante la pandemia del Covid-19 y la crisis económica mundial que ha traído aparejada, requiere no solo de un alto nivel de especialización -y no hablamos de experiencia periodística-, sino de una importante dosis de realismo para entender que, en un mundo dominado por las redes sociales, por nuevos actores y generadores de opinión, así como por una ciudadanía empoderada, por las viejas técnicas de marketing y publicidad política funcionan muy precariamente.
No puede esperarse una comunicación exitosa si la misma no es el reflejo, la extensión y proyección de un liderazgo político que entienda la alta responsabilidad que implica administrar la cosa pública en favor de todos los habitantes de un país.
Se requiere algo más que poses, que hablar de todo y estar en todas partes. Es necesario entender que la comunicación política es portadora de sentido y que hoy más que nunca, como alguna vez dijo José Martí, “decir es hacer”. Por eso, el discurso político de estos tiempos tiene que ser “innovador”, “orgánico” -como incluso determinan los algoritmos de redes sociales, respecto de “seguidores” creados para “apoyar” iniciativas o declaraciones públicas, basarse en realidades, en los hechos, y en las aspiraciones de sus destinatarios.
Porque la comunicación política moderna debe ser tan liquida (adaptativa a entornos y ecologías en cambio permanente) como el agua o el vino, y por eso se quiere asumirla como una tarea compleja, pero abordable, planificable y medible, para lo cual se requiere dejar de encasillarla dentro de los viejos odres en que se conservaba el rancio discurso propagandístico y promocional del siglo pasado, tan enraizado en el partidismo tradicional dominicano. Las mujeres políticas en la República Dominicana tenemos grandes retos por delante, debemos innovar para dar respuesta a las demandas colectivas que son canalizadas a través de la comunicación. Hagamos un ejercicio disruptivo, cambiemos las reglas, aprovechemos las herramientas de acción social que nos permitan reconstruir y fortalecer el mensaje de la democracia comunicativa.