La cultura política hace referencia a las reglas del juego que no necesariamente están expresadas en normas, pero que sí guardan relación con los valores, actitudes, costumbres, estereotipos, creencias, lealtades, intereses, dinámicas electorales y prácticas políticas. Es eso lo que hace qué se desarrollen ideas compartidas relativas a las relaciones de poder y jerarquías sociales, que condicionan la propia práctica política en los contextos de exclusión o inclusión.
En el ámbito latinoamericano aún predominan ciertos rasgos patriarcales relativos a la identidad de género que constituyen barreras culturales. Muchos pueden identificarse en la dinámica interna que prevalece en las organizaciones políticas; no obstante, está demostrado que aquellas que son más abiertas, en las que se promueve el debate, la participación deliberativa de sus miembros de base y se implementan criterios más universalistas, esta ambientación, genera escenarios favorables para que las mujeres construyan su base política territorial aumentando la presencia y capacidad de negociación.
Las dominicanas representamos el 51.4% de la población según las estadísticas disponibles de la Junta Central Electoral, con una ocupación laboral del 39%.
En la actualidad, la negativa en la acción de los partidos, continúa siendo la principal barrera que limita la igualdad de oportunidades y de participación que debe existir entre hombres y mujeres; un postulado determinante en las sociedades democráticas.
Necesitamos más mujeres que hagan política, más mujeres liderando. Nuestra representación actual sigue otorgándonos posiciones de entre la segunda y la quinta categoría respecto de los cargos electivos o de gestión pública. Las cifras oficiales revelan que de la matrícula del Senado solo alcanzamos el 12.0% que equivale a 4 Senadoras; 46 Diputadas para un 24.0%; 352 Regidoras que son el 30%; mientras que la representación en Alcaldesas es solo 19 de 158.
Es indispensable complementar la igualdad de oportunidades con los resultados. Nuestra mirada deberá enfocarse hacia una perspectiva de implementación integral de las acciones afirmativas en el ámbito de la participación política de las mujeres. Para lograr más mujeres liderando, es determinante incrementar el financiamiento público especializado por razón de género y estimular la participación política por localidades respetando los ascensos de las mismas.