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Reflexiones en el cambio #83; Las matemáticas en política #3

El autor José Francisco Peña Guaba realiza un análisis predictivo electoral de cara al año 2024

REFLEXIONES EN EL CAMBIO #83 LAS MATEMÁTICAS EN POLÍTICA #3
En la ilustración: José Francisco Peña Guaba, presidente del Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS). Fuente externa.

José Francisco Peña Guaba

En esta última entrega de “las matemáticas en política” presentamos este cuadro de estimación de los electores que tendremos para las elecciones del 2024, en donde se proyecta habrá un incremento de un 11% de electores en referencia a las elecciones del 2020.

Fuente externa.

Como verán si aplicamos el promedio histórico de un 72.03% de asistencia electoral del 2000 al 2016 (no incluimos la del 2020, puesto que hubo una baja participación de un 55.29% por el Covid-19), para las elecciones del 2024 de 8,358,255 electores hábiles, votarán aproximadamente 6,020, 451 de ciudadanos, por lo cual se necesitará para ganar con el 50% más 1 en la primera vuelta la casi inalcanzable cantidad de 3,010,453 votos, que le será muy difícil a cualquiera de las tres principales fuerzas políticas partidarias (PRM, PLD y FP) en solitario lograr obtener para ganar en las elecciones de mayo del 2024.

Hay que partir que solo el PLD en unidad total y con el apoyo en alianza del Bloque Progresista ha podido lograr en 4 ocasiones ganar con más del 50% en la primera vuelta electoral, en el 2004 (57.11%), 2008 (53.83%), 2012 (51.21%) y 2016 (61.74%) para un promedio de 55.97% entre las 4 elecciones y el PRM solo una vez, en las elecciones pasadas del 2020 donde obtuvieron un 52.52%.

Por lo explicado y partiendo que en donde han contendido tres fuerzas importantes dos de ellas en la oposición han logrado sumar mucho más votos que lo obtenido por el polo oficialista, como en el caso del 2000 donde el PRD y PRSC totalizaron un 74.47%, y en 2020 el PRM y La FUERZA DEL PUEBLO un 61.42%, de esta información se desprende que en el 2024 las fuerzas opositoras: PLD y FUERZA DEL PUEBLO obtendrán en suma más votos que la alianza oficialista.

Como en el artículo #2 de “Las matemáticas en la política” lo dedicamos a evaluar las potencialidades de la alianza del gobierno, en este número #3 haremos lo propio pero, con la oposición, para lo cual estableceremos un modelado a los fines de presentar las opciones opositoras, principalmente en el PLD, porque son varias las propuestas presidenciales en ese partido con algún nivel de apoyo: la de Gonzalo Castillo, que fue su candidato presidencial y que obtuvo casi un 38% de los votos en las elecciones del 2020; la Dra. Margarita Cedeño, que siempre ha tenido una muy buena y sorprendente valoración según las encuestas; así como emerge con  fuerza las aspiraciones del alcalde de la provincia de Santiago, Abel Martínez, que ha despertado un gran interés sobre todo de los cibaeños; y la del Dr. Francisco Domínguez Brito, que es respaldado por un núcleo importante del danilismo pero, no menos cierto es que hoy existe una real opción que cada día toma más fuerza dentro de la base, en la media y hasta en la alta dirigencia peledeísta la de llevar como candidato en alianza al Dr. Leonel Fernández, líder y seguro candidato presidencial de la FUERZA DEL PUEBLO.

Lo que está muy claro es que la oposición para tener posibilidades de competir en las candidaturas uninominales (senadores, alcaldes y directores de distritos municipales) tienen que aliarse monolíticamente, porque si no lo hace, la alianza gubernamental les ganara cómodamente las elecciones en esos niveles de elección, en el caso de que el PLD, la FUERZA DEL PUEBLO y los otros partidos de oposición participen por separados en las próximas elecciones, porque está más que claro que el polo electoral oficial tendrá mucho más votos y más capacidad de ganar escaños en los niveles antes mencionados que cualquiera de las fuerzas opositoras en solitario, ya que el mínimo que tiene el voto gobierno en apoyo está en promedio en un 35.55% que es la media entre lo que logró Hipólito Mejía en el 2000 (33.65%) y Gonzalo Castillo en el 2020 (37.46%) pero, lo usual es que las candidaturas uninominales oficialistas estén en varios puntos por encima de la candidatura nacional, porque a estos candidatos les afecta menos la tasa negativa que presentan todas las gestiones de gobierno en el electorado nacional y les favorece el apoyo oficial que reciben en un mercado clientelar, donde las acciones sociales directas a beneficio de los electores en las provincias, municipios y distritos municipales son casi siempre determinantes para obtener la victoria.

La oposición estará obligada a definir en su análisis de decisiones varias cosas:

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  1. Si participará unida o por separado a las elecciones y en cuáles niveles de elección;
  2. Como lograr ganar la confianza de nuevo de una gran parte del electorado escéptico por la campaña masiva de acusaciones de corrupción de exfuncionarios miembros de esas organizaciones;
  3. Como presentarán sus obras de gobierno a la ciudadanía , si con la marca PLD (que incluya toda las acciones realizadas en los 20 años de gobierno) o por las gestiones presidenciales (los 12 años de Leonel y los 8 de Danilo);
  4. Si insistirán en seguir reciclándose apoyos de militantes entre ellos mismos, o si caminarán unidos con un objetivo común el de ganar las elecciones en todos los niveles de elección; y
  5. Estratégico es definir si formarán una sola coalición o dos alianzas encabezadas o personificadas por los principales partidos de oposición el PLD y la FUERZA DEL PUEBLO.

En la teoría de juegos, lo inteligente de la oposición sería:

  1. Evitar la dispersión de las fuerzas opositoras, para lograr llevar candidaturas comunes, con el objetivo de enfrentar al polo gobierno como un solo bloque, porque de no hacerlo así la mayoría de las candidaturas congresuales y municipales las ganaría la coalición oficialista;
  2. Tratar de que las marcas partidarias se alejen lo más que puedan de las acciones particulares de sus miembros, que sean exfuncionarios vinculados a la megacorrupción, casos que la población no perdonará u olvidará fácil por las grandes sumas hurtadas envueltas;
  3. Buscar mecanismos para lograr reconectarse con sectores desafectos a la política y de los poderes fácticos (oligarquía, sociedad civil, Iglesia, EUA), que no desean volver de nuevo a que un poderoso Comité Político lo decida todo en el país como en otrora tiempos; y
  4. Convencer a un nuevo electorado que las cosas serán diferentes en parte a como estos gobernaron en los 20 años de gestión peledeísta.
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En el análisis de las negociaciones la oposición tiene la tarea:

  1. Recuperar a los aliados perdidos sobre todo en las dos últimas gestiones de PLD que se destruyó el portentoso Bloque Progresista, que en un momento llegó a pactar o tener acuerdos electorales con 16 partidos reconocidos por la JCE;
  2. Tendrán que darle participación de manera casi obligatoria en la boleta también a figuras populares que no son precisamente del ámbito político pero, que le darán una nueva o renovada imagen frente a la juventud y los antipolíticos que tienen ya un segmento importante del electorado en sus manos;
  3. Si llevarán una candidatura presidencial común desde la primera vuelta o si realizarán un acuerdo de apoyar a cualquiera de los dos candidatos de ambos partidos (PLD y FUERZA DEL PUEBLO) que sea el que clasifique en la primera vuelta electoral; y
  4. En la oposición se encuentran también dos partidos emblemáticos: el PRD y el PRSC, que son fundamentales para la estrategia opositora, porque existe un electorado balagueristas que se sienten bien votando colorao,’ así como muchos peñagomistas o disgustados del PRM, que se sentirán más cómodo votando blanco por el jacho.

A diferencia del gobierno que sus posibilidades mayores están primordialmente en la primera vuelta electoral, la oposición tiene dos oportunidades, porque si ambas fuerzas opositoras (PLD y la FUERZA DEL PUEBLO) van separadas en el nivel presidencial y suman mucho más votos sus alianzas en la primera vuelta que la del gobierno entonces ganarían casi seguro en la segunda vuelta electoral.

Es innegable que ante su condición de haber sido tres veces presidente y de ser uno de los lideres mejor valorados del país y a nivel internacional, el Dr. Leonel Fernández tiene la mayor posibilidad de ser el candidato de unidad de la oposición total en la primera vuelta o yendo separados ambas fuerzas, que éste sea el que clasifique, y entonces participe en la segunda vuelta electoral para unificar alrededor de su candidatura el voto opositor.

Para los que puedan creer que no es objetiva mi apreciación solo tienen que evaluar de manera imparcial cuáles de los aspirantes a la nominación  presidencial peledeísta tiene mayor apoyo electoral ciudadano y más capacidad de sumar alianzas partidarias en apoyo que el exjefe Estado; ninguno de los dirigentes morados a excepción del propio presidente del PLD y expresidente, Danilo Medina, tienes vínculos con los poderes fácticos para gestionar apoyo a su causa, solo pudiera poner en juego lo que aquí expresó el que se habilitará en una reforma constitucional a Danilo Medina, y que éste a su vez desee presentarse a la contienda comicial, pese al daño producido que le ha creado un potencial descrédito a sus gestiones de gobierno, y en especial a su nombre por las vinculaciones personales y familiares que se le imputan desde los litorales judiciales y gubernamentales.

Es bueno indicar que aunque la propiedad conmutativa establecida en el axioma de Pitágoras dice que “el orden de los factores no altera el producto”, en política no es así precisamente, porque si alteraría el orden los resultados a obtener, porque es seguro que la base peledeísta no tendría mayor objeción en votar por el heredero de Bosch, que lo es el Dr. Fernández, que fue quién los llevó al poder desde la oposición en dos ocasiones, en 1996 y en el 2004, más sin embargo, si clasificará el PLD en la primera vuelta electoral con un candidato presidencial que el leonelismo rechazase por las gravísimas contradicciones, diferencias u ofensas personales pasadas con su líder, en esa ecuación la oposición pudiese perder las elecciones en la segunda vuelta, producto de que no se sumarían en las cantidades necesarias los votos de la oposición para salir airosos en la segunda vuelta, y muy posible ganaría nueva vez el presidente Abinader, claro está siempre y cuando mantenga el gobierno una política de guantes de seda con los pueblistas.

Resulta más que claro que la boleta de unidad de la oposición tendría que estar representado en la dupla presidencial por ambos partidos (presidencia y vicepresidencia), para que los votos no se dispersarán, lo de las otras candidaturas tendrían que repartirlas de manera sensata e inteligente entre las organizaciones políticas participantes en la coalición pero, que a su vez tienen que tener representación de todos los sectores de la sociedad.

Como expliqué en el artículo # 2, el gobierno tiene una posibilidad de ganar las elecciones de un 50%, el mismo porcentaje hoy lo tiene la oposición unida, porque dividida no tiene esas posibilidades, por lo que tendrán que hacer una oposición cónsona con los tiempos, ya que tendrán un voto importante de rechazo de los que no desean que ellos vuelvan al poder, sobre todo de aquellos sectores que se sienten más cómodos con un gobierno más plural y menos autoritario que los que hizo el peledeísmo.

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Tampoco podemos pasar por alto el espíritu contradictor y levantisco del liderazgo opositor, que si mantienen un ego autodestructivo parecido a lo de los años 80 y 90, que impidió que ganará la oposición los comicios celebrado en el 1990 y que impidiera el vulgar fraude de 1994, porque si el egocentrismo permanece entre los líderes del PLD y la FUERZA DEL PUEBLO, de seguro ganará el PRM por más problemas que tengan, puesto que la nómina pública y los beneficios gubernamentales los unen, por encimas de las marcadas diferencias personales, y eso es un indiscutible plus para la alianza electoral del gobierno.

Una ventaja de la oposición es que la clase política preferirá por mucho al bloque opositor, porque sabe que el presidente Luis Abinader privilegia sus vínculos con la sociedad civil y la oligarquía; y hoy los intereses de los partidos chocan de frente con aquellos que han llegado al poder a sustituir los espacios bien ganados de los cuadros políticos, sin hacer laborantismo político y sin que se le hayan hasta el día de hoy contado sus votos en el recuadro de una boleta electoral.

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Los peledeístas tienen una vocación de poder innegable, y creo que buscarán fórmulas de unidad para evitar quedarse otro cuatrienio más abajo y fuera de la mansión de Gazcue, de igual manera, se encuentran los de la FUERZA DEL PUEBLO, los reformistas, los perredeístas y la mayoría de la dirigencia de los partidos emergentes que están decididos, al parecer, a no quedarse fuera del poder en el año 2024 y eso innegablemente beneficiará el espíritu de alianza para la construcción de una coalición opositora.

El año 2024 será un verdadero choque de trenes de dos visiones distintas y sectores (los políticos de oficio, el liderazgo social de base, el voto rural y los sectores populares frente a la oligarquía, la sociedad civil, los popis, una gran parte de la militancia perremeístas y de la antipolítica).

Como el electorado ha ido cambiando las quinielas, coinciden en este caso con la estadísticas y la probabilística pero, como las posibilidades están parejas en un 50% las apuestas están para cualquiera de los lados, solo el juego estratégico de cada polo electoral hará la diferencia, puede ganar el gobierno aunque tenga doble oportunidad la oposición, porque la misma aumenta su probabilidad de llevarse la victoria en la segunda vuelta electoral que es una situación más difícil para la candidatura oficial pero, no imposible.

Sería un acto de acobardamiento nuestro, por evitar las críticas de los no favorecidos por los números, que no dijéramos quiénes son hasta ahora los que tienen más posibilidades de ponerse la banda tricolor en su pecho nueva vez: el presidente, Luis Abinader y el expresidente, Leonel Fernández, ellos son los beneficiarios de este análisis predictivo que se hace bajo rigurosos criterios técnicos, a sabiendas que los imponderables están ahí y éstos pueden hacer cambiar la actual ecuación, estás inesperadas situaciones pueden ser variadas: de salud, de irrupción de nuevos actores, de nuevas divisiones partidarias o de inusitadas alianzas.

Para el 2024, deberá ganar el polo opositor o el del gobierno salvo venga un terremoto político, un verdadero tsunami electoral, que traiga un outsider que encante mágicamente a las masas al margen de las opciones tradicionales, algo sinceramente casi imposible para las elecciones venideras y digo casi, porque en el mundo de hoy los imposibles en elecciones no existen, todo puede suceder; aunque valorarlo hoy sería algo conjetural o hipotético que no concuerda en este momento con las ciencias exactas.

Estimado lector, la verdad es que aunque es importante utilizar fórmulas matemáticas y probabilísticas para sacar resultados electorales tangibles, les invito a que usted mismo haga su valoración de una manera mucho más simple, utilizando las 4 operaciones fundamentales de la aritmética, con el fin de que pueda evaluar quién ganará las elecciones próximas:

  1. Suma: el que sume más apoyo de sectores sociales, más partidos y más apoyo ciudadano;
  2. Resta: el que reste menos, por lo cual tenga menor tasa de rechazo ante la población y frente a los poderes fácticos;
  3. Multiplicación: el que cuente con un candidato multiplicador, que sea pródigos en afectos, de esos que atraen talentos a su alrededor, de los participan en equipo, de los que invierten en las personas y generan debates positivos; y
  4. División: la opción que pueda lograr dividir a los contrarios pero, que a la vez mantenga unida y nunca dividida sus propias fuerzas, partido o alianza.

Si eres realmente objetivo, con las operaciones aritméticas básicas y sin las complejísimas fórmulas matemáticas, encontrarás la respuesta de quién podrá ganar en las elecciones del 2024, claro esto tendrás que hacerlo en todo el trayecto de los años 2021 hasta el final del 2023, porque el campo de la política electoral no está exento en ella lo imprevisible pero, debes mantener todo ese tiempo evaluándolo y de seguro podrás predecir exactos resultados en los próximos comicios “todo porque las matemáticas es la reina de las ciencias y la aritmética es la reina de las matemáticas”.

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