La tecnología tiene un gran potencial para mejorar los procesos electorales y hoy más que nunca, quienes están ante el enorme desafío de llevar adelante elecciones en sus diferentes formas, es decir, elecciones presidenciales, legislativas, locales, primarias e incluso plebiscitos, se ven obligados a aceptar este reto en plena pandemia, pues el Covid-19, aparentemente se queda por un tiempo, ese mismo tiempo que la democracia por sus propias características de alternancia y de contrato social que dura un determinado tiempo, no puede esperar.
Por el momento las campañas territoriales tendrán que ser disminuidas, entonces, surge la pregunta, ¿cómo hacen los candidatos y sus partidos políticos para darse a conocer, para conectar con el ciudadano, para generar una relación con el pueblo, para dar a conocer de manera efectiva sus propuestas de gobierno y así lograr que se decidan y voten por ellos?
Si bien la mayoría de los políticos ya entienden la importancia de tener presencia digital, muchos han aterrizado a las plataformas digitales y redes sociales de la peor manera y con las peores prácticas.
Por un lado, quizá no entienden cómo es realmente una estrategia digital, qué elementos comprende el Branding Político, qué ventajas ofrece el uso adecuado de la Neuropolítica, cómo comunicar ante un público altamente conectado, cómo gesticular en una videoconferencia, cómo ofrecer una conferencia con realidad aumentada.
O la importancia de la segmentación estratégica digital para elegir a los públicos a los que se desea llegar con total precisión. Y aunque, Google, Facebook y Twitter han modificado sus políticas sobre la segmentación para contrarrestar la manipulación, la desinformación a través de las Fake News y Deep Fakes, etc. Nadie puede negar el “poder” de la segmentación digital.
Actualmente con la inclusión de las nuevas tecnologías, la comunicación ha cambiado y se ha creado una nueva forma de transmitir los mensajes políticos, tanto en términos de comunicación verbal como no verbal.
Por otro lado, también es posible que confundan todo este conocimiento y aptitudes solo con el trabajo de un Community Manager, que si bien es de gran importancia, solo es una parte del todo, se debe entender la significación de contar con un equipo de campaña digital a cargo de un estratega, que entienda el valor de las campañas políticas como plataformas de marca. La eficacia con la que sus acciones resuenan y el cuidado con el que sostienen la imagen que desean proyectar en su campaña.
Un político no debe utilizar la tecnología en sus discursos por moda o tendencia –que es lo que normalmente suele ocurrir-, o porque se acercan las elecciones, la idea es tener una identidad digital, la cual debe generar contenidos de valor, establecer este espacio para tener una relación con los ciudadanos, conectar con ellos constantemente, el error de casi todos los políticos es pensar que un like es un voto, las plataformas digitales nos ayudan a posicionarnos en la mente de los electores, a conectar con ellos, a observar el humor social y adaptarnos a sus necesidades.
El concepto tecnopolítica alude al uso táctico y estratégico de las herramientas digitales en la organización, comunicación y acción colectivas. Es el paradigma que permite a la política formal renovar su relación con la ciudadanía y establecer lazos de conexión directa, sin intermediarios, y adaptar la comunicación institucional ortodoxa a nuevos lenguajes y canales. La tecnopolítica es la tecnología al servicio de la política y de la democracia y, como tal, trae consigo un difuso, pero profundo, movimiento de renovación política.
La tecnopolítica puede cambiar las ecuaciones. Voces que son redes, palabras que son hilos, personas que son comunidades.Antoni Gutiérrez-Rubí
La tecnopolítica cobró un poder y una fuerza de impacto con la aparición del teléfono móvil, es con el Life Mobile Style cuando se transforma realmente el comportamiento social e individual y en el ámbito político, este fenómeno ha venido a cambiar las reglas del juego.
Hoy la tecnología les da a los políticos, la posibilidad de simplificar y llegar con la información segmentada al público de su interés, con la implementación de las aplicaciones, las OpenAPI, -originalmente conocida como la especificación Swagger, que es una especificación para archivos de interfaz legibles por máquina para describir, producir, consumir y visualizar servicios web, o para simplificar la propuestas electorales-, en fin, una variedad de herramientas que pueden ayudar a digitalizar la democracia en este momento tan difícil que nos ha tocado vivir.