El 14 de marzo de 1996 el presidente Leonel Fernández en un almuerzo conferencia dictado para la Asociación de Mujeres Ejecutivas y Profesionales, ofreció su perspectiva sobre la colaboración de la mujer en los Planes de Desarrollo del país y los resultados de las luchas libradas por estas, planteando su reivindicación en el ámbito educativo y laboral. Así lo recoge el libro, Leonel: Temas de Campaña, el primer tomo de cuatro, introducido por el Periodista Rafael Núñez, en el que se recopilan las más interesantes conferencias y discursos de la época.
Así como argumenta el Dr. Fernández, entendemos que las democracias no empezaron siendo tan transparentes y diáfanas, plurales o participativas como aspiramos que sean. Sus inicios fueron excluyentes, pues para ejercer el derecho al voto originalmente había que ser hombre, pero no uno cualquiera, sino uno que dispusiera de bienes, mobiliarios, efectivo o en especies, que permitieran establecer una diferenciación social respecto de quienes no tenían esas condiciones.
Es interesante que ese encuentro se realizara en vísperas de un proceso electoral, en un espacio de tiempo en el que la mujer tenía demandas muy similares a las de hoy en día. El profesor Juan Bosch, en su obra: Las Clases Sociales de la República Dominicana (1981), ofrece una explicación sociológica, a nuestro entender muy acertada, sobre nuestra problemática, a pesar de los cambios ocurridos en el mundo después que fue derrumbado el muro de Berlín y los países socialistas sufrieron profundos cambios en su régimen de gobierno y en su organización social, la mujer continuaba siendo excluida.
Ambos autores coinciden en que el problema de la mujer no es de simple discriminación, es de acceso, de igualdad de oportunidades a la educación, al trabajo, a los servicios de salud y a las posiciones de poder. En la medida en que la mujer se supera en términos sociales, inmediatamente rompe las relaciones de discriminación, lo que nos hace comprender de forma preclara que la mujer política a pesar de los obstáculos, jamás podrá ser discriminada, porque comprende el problema social al que se enfrenta.
Indudablemente que el camino hacia la igualdad es largo, tal como sostenía la periodista española Pilar Cernuda, en cambio, su papel cobra cada vez más importancia. Un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, señala que el 70% del personal social y sanitario que enfrenta la crisis por COVID-19 son mujeres, revelando que siempre estamos en la disposición de colaborar ante los grandes problemas sociales.
El presente año 2020 la Ley del Presupuesto Público tiene una asignación presupuestaria de RD$808,551,026 para el Ministerio de la Mujer, pero los recursos nunca serán suficientes si como verdaderas líderes no somos capaces de constituirnos en la voz de todos los que no se pueden expresar; encarnar las aspiraciones y los ideales de quienes nos siguen. Nosotras, podemos ser personas intelectualmente sólidas y profesionalmente capaces de ganarnos el respeto de los demás.
Se rompe la exclusión desarrollando liderazgos fuertes, basados en nuestra capacidad de dialogar, coordinar y aunar los esfuerzos de las demás; apoyarnos en una disposición sincera para buscar y atender nuevas opiniones, procurando la unidad en la diversidad y consolidando la fuerza de las acciones emprendidas junto a hombres y mujeres en busca de un objetivo común. El presente escenario político-electoral es ideal para empezar.
