Tania Molina, DL. La primavera se tiñó de gris. Desde la ventana, la población del Gran Santo Domingo, confinada en sus hogares para evitar el contagio con el nuevo coronavirus que se expande con su estela de muerte por todo el mundo, incluyendo a República Dominicana, vio llegar el humo que de golpe eclipsó el colorido de la temporada reservada a las floraciones y metió un olor nauseabundo en las casas.
El humo, que trajo consigo un fuerte olor a neumáticos y plásticos quemados, obligó a extremar el encierro en medio de la pandemia de la COVID-19. Hubo que cerrar puertas y ventanas. Algunos, incluso, decidieron salir de la ciudad en busca de un lugar menos contaminado.
La fuente de la que emana el intruso es conocida: el vertedero de Duquesa que una vez más volvió a incendiarse y a sacar a flote la deficiencia que por años ha caracterizado su manejo, y el poco avance en los planes estatales para solucionar el problema ambiental que constituye el depósito de desechos a cielo abierto.
El incendio inició el pasado 28 de abril, sin una razón determinada aún, aunque funcionarios del Gobierno, incluidos los ministros de Salud y de Obras Públicas, sostienen que se trata de un fuego provocado, debido a que se extendió en los cuatros puntos cardinales.
Desde la Procuraduría Especializada para la Defensa de Medio Ambiente se investiga la posibilidad de manos criminales detrás del fuego, mientras algunos especialistas, como el ingeniero sanitario Raymond Martínez, entienden que el incendio pudo ser espontáneo, debido a las altas temperaturas en la zona.
Justo ese día 28, el meteorólogo Francisco Holguín advertía: “seguirán predominando las altas temperaturas y las lluvias continuarán escasas”. Marcaba la temperatura máxima en hasta 34 grados y recomendaba precaución al encender cualquier cerillo porque, con las condiciones ambientales podría degenerar “en un incendio a gran escala”.
Factores similares han estado presentes en otros incendios ocurridos en Duquesa, como el que se originó en abril de 2018 en el lugar del vertedero conocido como “Tiro de Fosa Dos”. “Estamos en una temperatura alta y no podemos ocultar que hay lugares en el vertedero con pasivos ambientales muy viejos que pueden acumular muchos gases metanos y en un momento se puede incendiar”, declaró entonces Francisco Flores Chang, encargado de la administración de Duquesa, así como del Departamento de Residuos Sólidos del Ministerio de Medio Ambiente. Para esa ocasión varios sectores de la capital fueron afectados, pero en la actualidad las nubes de humo son más abarcadoras.
El incendió surgió cuando todavía las autoridades del municipio de Haina no habían podido extinguir el último fuego de su vertedero que se mantuvo humeante durante 45 días, a partir del 18 de marzo.
Este viernes también se produjo un fuego en un depósito de neumáticos en el vertedero de Rafey, en Santiago, que la alcaldía asegura fue provocado y pidió una investigación mientras terminaba de apagarlo en la mañana del sábado.
Mientras, Duquesa continúa, obligando a desalojar zonas para evitar los efectos del humo que se ha extendido, incluso, fuera de la provincia Santo Domingo y del Distrito Nacional.
Adrifer Rosario y su familia tuvieron que abandonar su casa en el residencial Don Gregorio, en el Kilómetro 14 de la Autopista Duarte, espantados por la humareda. La madre del joven tenía menos de una semana que había salido de más de un mes de internamiento en un centro de salud afectada de COVID-19. La enfermedad, provocada por el nuevo coronavirus, le provocó una fibrosis pulmonar a su progenitora que aún obliga a mantenerla bajo medicación.
Cuando el olor a neumáticos quemados inundó su casa, la señora se refugió en la habitación con todas las puertas y ventanas cerradas y protegidas con toallas húmedas. Pero al día siguiente, el humo seguía siendo insoportable, lamenta su hijo.
Toda la familia decidió irse a casa de unos amigos en la provincia San Cristóbal, pero Duquesa con su humo los persiguió hasta allá. Tres días después, Adrifer y su familia tuvieron que movilizarse a San José de Ocoa, otra provincia del sur del país, donde la distancia y la altura le auguran un ambiente más despejado para que la madre pueda seguir su proceso de recuperación.
El humo puede afectar las vías aéreas inferiores y posteriores, así como los ojos y la piel, siendo la neumonía una de las principales afecciones de salud.
La neumóloga Evangelina Soler ya está viendo el impacto de la humareda en el número de pacientes. Tuvo que interrumpir su aislamiento domiciliario y adelantar su reingreso a la consulta ante la demanda de sus servicios. El martes pasado recibió en consulta a cinco personas y una de ellas tuvo que ser ingresada por neumonía. El miércoles atendió otras seis, todas afectadas por el humo de Duquesa.
“Relatos mientras dura el humo”
Duquesa es el más grande de 350 vertederos a cielo abierto identificados en el país mediante un estudio del Ministerio de Medio Ambiente y la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) en 2014.
Con 1,278,000 metros cuadrados allí se depositan a diario alrededor de 4,000 toneladas de desechos de las once demarcaciones que conforman el Gran Santo Domingo. Una flotilla de 200 vehículos, 55% de ellos compactadores, dan el servicio de recolección y transporte hasta el vertedero, conforme datos compilados en el Plan de Manejo Integral de Residuos Sólidos de la Mancomunidad del Gran Santo Domingo.
El poco y mal tratamiento que reciben los desechos se ha convertido en material incendiario que hace al vertedero explotar en llamas. Por lo general, largas filas de camiones esperan para descargar en su interior.
“En el vertedero de Duquesa, desde hace más de cinco años, debido al mal manejo, se vienen presentando, con frecuencia, conatos de incendios, atentando contra la seguridad de las poblaciones aledañas, al mismo tiempo que provocan humaredas que afectan a todo el Gran Santo Domingo poniendo en riesgo la salud de esas poblaciones”, plantea el Ministerio de Medio Ambiente en la Resolución 0012-2018, con la que hace dos años dispuso el cierre técnico del depósito de desperdicios.
El ministerio, junto con el de Salud Pública y la alcaldía de Santo Domingo Norte, tiene la responsabilidad de la administración del vertedero, luego que una sentencia del Tribunal Superior Administrativo le quitó, en 2017, esa facultad a Lajun Corporation, del jamaiquino Lee-chin, quien estuvo al frente del vertedero por varios años.
El conflicto legal surgió luego de las dificultades para verter que tenían los camiones, debido a que la empresa redujo el horario de operación por supuestos incumplimientos en el pago del servicio de parte de los cabildos, así como por el precio de la tarifa que, para entonces se pagaba en unos 2.0 dólares por tonelada, cuando Lajun aspiraba al menos a 6 dólares.
“Ellos administran desde aproximadamente principios de 2018 o antes y en estas labores se limitan a entrar y verter los camiones donde sea, han creado celdas improvisadas”, afirma Jorge Rizek, un ingeniero industrial que trabajó para Lajun entre 2014 y 2016 y que, como presidente y fundador de la empresa Rizek Vidal Recyclers, acude al vertedero cada semana.
Las celdas son las áreas donde se vierte la basura para luego taparla con caliche y lograr su compactación, siguiendo un diseño establecido. Pero, como explica Rizek, los actuales administradores del vertedero “se han limitado a verter camiones de desechos uno encima de otro, y todo el terreno e infraestructura construida y diseñada se ha eliminado”.
“El Duquesa no es un vertedero controlado, para eso se tendrían que ir organizando los desechos por celdas y, a final, con equipos pesados se tritura una capa de caliche y se le pone encima; entonces, al día siguiente, se vuelve a verter sobre ese caliche”, explica el ingeniero sanitario Raymond Martínez.
Agrega que ese proceso se acompaña de la extracción, mediante tuberías, del biogás que genera la basura por descomposición anaeróbica. También se deben colectar los lixiviados, un percolado altamente contaminante que en Duquesa tampoco se trata y que termina dañando a los ríos Isabela y Ozama, ya sea por infiltrado en el suelo o por escorrentía cuando llueve.
En 2010, durante una entrevista que concedió a Diario Libre, Flores Chang estimaba en unos 50,000 litros diarios la cantidad de lixiviados que genera Duquesa, mientras el ingeniero ambiental Roberto Castillo Tió, explicaba que un solo litro de lixiviados podría contaminar 100 metros cúbicos de agua.
Duquesa tiene el agravante de que recibe, según informa el especialista en el tema de desechos Domingo Contreras, entre 80 y 200 camiones de lodo cloacal procedente de las torres de Santo Domingo. También acumula, dice, una gran cantidad de plástico debido a que China, principal receptor de desechos desde República Dominicana, dejó de importar ese material.
El Observatorio de Políticas Sociales y Desarrollo, de la Vicepresidencia de la República, plantea que entre 2011 y 2015, República Dominicana exportó más de 2 mil toneladas de materiales reciclados de diversos tipos (hierro, acero, aluminio, cobre, plásticos, telas, plomo, vidrio, zinc, platino, estaño y láminas acrílicas, entre otros) por un valor superior a los US$753 millones.
Para Contreras, los problemas de desechos en ese vertedero y en todo el país solo podrán solucionarse cuando se apruebe la Ley sobre Manejo de Residuos Sólidos que cursa en el Congreso Nacional y que plantea desde la educación, el establecimiento de una industrial de reciclaje hasta multas para las empresas productoras de desechos. Sin ese marco legal, asegura, todo lo que se pueda decir ahora serán solo “relatos mientras dura el humo”.
El empresario Rizek asegura que Lajun tenía tres volteos con los que buscaba caliche en una mina dentro de los terrenos para cubrir la descarga, así como una pala y tres tractores para hacer el manejo de los desechos. Pero el exministro de Medio Ambiente Francisco Domínguez Brito, en cuya gestión se hizo el traspaso de administración, asegura que la empresa no dejó equipos.
“Lajun dejó a Duquesa sin nada, todo (el equipo que usaban) era alquilado y era de uno a tres equipos, dependiendo de la situación, se alquilaba alguno más”, dice.
Reconoce que en el vertedero, caracterizado por la falta de recursos, “se hacía lo que se podía”. Está convencido de que la vida útil de Duquesa ya venció y que lo que manda es su cierre.
El arquitecto urbanista Marcos Barinas hace un recuento de las distintas acciones y planes emprendidos en el vertedero de Duquesa a lo largo de los últimos 30 años.