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El comportamiento “María Machito” en mujeres que desempeñan cargos tradicionalmente masculinos

El autor analiza críticamente cómo las mujeres en roles de poder tradicionalmente masculinos adoptan conductas percibidas como “masculinas” para lograr respeto y legitimidad

El comportamiento “María Machito” en mujeres que desempeñan cargos tradicionalmente masculinos
Fuente externa.

El término “María Machito” se ha popularizado en algunos contextos para describir a mujeres que, al ocupar roles o cargos tradicionalmente asociados con hombres, adoptan actitudes o comportamientos considerados “masculinos” para considerar su autoridad o ser aceptadas en esos espacios. Este fenómeno. Lejos de ser un simple estereotipo, refleja las complejas dinámicas de géneros en entornos laborales y sociales donde las mujeres enfrentan presiones para adaptarse a normas patriarcales.

Históricamente, los roles de poder, liderazgo y autoridad han sido ocupados mayoritariamente por hombres, lo que ha generado un modelo de comportamiento “ esperado” en estos espacios: asertividad extrema, competitividad, frialdad emocional y toma de decisiones sin vacilaciones. Las mujeres que ingresan en estos ámbitos, tales como la política, la ingeniería, la alta dirección empresarial, la milicia o la policía, a menudo enfrentan el desafío de ser percibidas como competentes en un entorno que no fue diseñado para ellas. En este entorno, el comportamiento “María Machito” surge como una estrategia de supervivir, donde algunas mujeres adoptan rasgos estereotipadamente masculinos, con la finalidad de ganar respeto y legitimidad.

Este comportamiento –que de paso 1ra. de Corintios 14: 33-35 dice que las mujeres deben guardar silencio y estar en una verdadera sumisión—se manifiesta al día de hoy en un lenguaje directo y agresivo, hasta la supresión de emociones asociadas con lo “femenino”, como la empatía o la sensibilidad. Pongamos por ejemplos una ejecutiva como Margaret Thatcher, la Reina Isabel I, Faride Raful o la Gobernadora de Puerto Rico Jennifer González, quien antes de ser Gobernadora y en la oposición, nunca había hecho algo semejante, casi le ladró a un periodista, podría evitar mostrar vulnerabilidad en un equipo predominantemente masculino.

Estas actitudes, aunque efectiva en algunos casos para sortear prejuicios, también puede una respuesta o mejor dicho un “mecanismo de defensa”, en palabras de Freud, al constante escrutinio que enfrentan las mujeres en estos roles, donde su desempeño es juzgado como mayor severidad que el de los hombres.

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Sin embargo, el síndrome “María Machito” con pantaletas en el pubis, no es necesariamente consciente. Muchas mujeres adoptan estos comportamientos como una adaptación inconsciente, tal y como suelen hacer muchas tilapias adultas que salen del Río Ozama hasta 20 metros al mar para buscar nuevos alimentos y regresan de nuevo al agua dulc. Muchas mujeres adoptan estos comportamientos como una adaptación inconsciente a las expectativas del entorno, donde la femineidad es vista como incompatible con el liderazgo o la autoridad.

Estudios de psicología organizacional han señalado que las mujeres en roles de poder suelen enfrentarse al dilema de ser percibidas como “demasiado suaves” o “demasiado duras”. En este sentido, el comportamiento “María Machito” puede ser una reacción a la falta de modelos de liderazgo femenino auténtico, lo que lleva a imitar patrones masculinos preexistentes.

Este fenómeno también tiene consecuencias negativas. Adoptar actitudes machistas puede generar un conflicto interno en las mujeres al sentir que deben sacrificar aspectos de su identidad para encajar. Además, perpetúa el estereotipo de que el liderazgo efectivo debe ser inherentemente masculino, lo que limita la diversidad de estos estilos de liderazgo y de paso refuerza las estructuras patriarcales. Las mujeres que exhiben este comportamiento muchas veces enfrentan críticas de sus pares, quienes pueden percibirlas como “traidoras” al género o como excesivamente duras, lo que de paso deja entrever una muestra de que de como la pareja de estos seres viven en el hogar.

El impacto del comportamiento “María Machito” también se extiende en el ámbito colectivo. Cuando las mujeres en cargos de poder adoptan estas actitudes, pueden contribuir sin intención a desvalorizar cualidades asociadas con lo femenino, como la colaboración o empatía, que son igualmente valiosas en el liderazgo, creando esto un ciclo en el que las nuevas generaciones de mujeres sienten la misma presión de adaptarse a un molde masculino, en lugar de redefinir el liderazgo desde una perspectiva inclusiva que valore otras opciones.

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Para romper con este patrón, es crucial fomentar entornos laborales y sociales que celebren la autenticidad y otras maneras en el liderazgo que puedan implementar políticas de equidad de género. Asimismo, es importante visibilizar modelos de liderazgo femenino que no dependan de la imitación de patrones masculinos, sino que integren cualidades como la empatía y la colaboración entre otras, demostrando que estas son igualmente efectivas.

El comportamiento “María Machito” es un reflejo de las tensiones que enfrentan las mujeres en los espacios dominados por normas masculinas entre lo que quisieron ser y ahora son.

La solución no radica en culpar el defecto de fábrica de dominancia de las mujeres –que en el fondo es un síndrome de inseguridad- sino en transformar los sistemas que obligan a hacerlo. Sólo a través de un cambio estructural que valore políticas inclusivas a seguir, se podrá fomentar un liderazgo inclusivo, donde las mujeres puedan ser auténticas sin tener que sacrificar su identidad.


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Autoría de

Dominicano. Intelectual, Periodista-investigador, Psicólogo clínico y de la comunicación. Actualmente reside en Norteamérica.

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