Hasta el agua sucia de los arroyos se aclara con el tiempo (dicen los budistas), por tanto, hay que bajarle algo a la política y las opiniones ante esta pandemia creciente que va a dejar secuelas importantes a nuestro mundo y pedirle a Dios que podamos contarlo.
Se ha comprobado que miles de soldados masacraron un pueblo, en busca de armas nucleares, pero sus jefes sabían que no existían tales armas y ello ha traído problemas infinitos en el seno de los ejércitos y la alta política a nivel mundial. Ya no únicamente se sabe que no solo al pueblo se engaña, sino a las entidades de cualquier nivel, por objetivos políticos que son objetos de discusión en iguales niveles y que, a pesar de todo, nadie entiende.
El verdadero cáncer de todo equipo, de toda organización, movimiento, partido, asociación, liga, es querer una sola persona o una camarilla granjearse todos los beneficios para sí mismos y no dividir siquiera, con el mejor de sus socios o colaboradores o invertir en el propio proyecto y ser más grande. Una vez se logra el objetivo perseguido, inicia su declive, su destrucción automática.
Todo proyecto sujeto para reinventarse, que tiene que buscar nuevos miembros, ya no tiene opción de poder, podrá dedicarse a vivir de otros novicios, pero no es lo mismo. Si ganamos todos, disfrutemos todos, porque cada uno tiene a quien responderle y cada uno tiene quien le exija por lo menos distinción.
Es muy cuestionable cuando los peores políticos, inexpertos, se alzan con el triunfo en un pueblo hambriento de que la autoridad consolidada y preparada tome decisiones correctas para que esto no pase más. La división interna de una sociedad es provocada y nadie nos saca de ahí, porque si eso no se busca, no se dará jamás, ya que el peor problema que pueda tener una persona o un grupo de personas es no querer resolver sus problemas, puesto que, si eso es lo que quiere, de inmediato se empiezan a buscar todas las soluciones posibles y estas estarán ahí esperando eternamente. Solo aquel que lucha por mantenerse libre y tolera hasta el final no ser llamado ni tomado en cuenta, en defensa de un ideal, se da cuenta de lo que es capaz un político cuando solo piensa en sí mismo.
Amén del que, teniendo la posibilidad de llegar, prefiere robarse su propia logística de proyección, prefiriendo un carro, calzoncillos, camisas, comida para su casa y todas las cosas baratas que puede comprar el dinero mal usado, en vez de alcanzar la distinción y hacerse meritorio de la gloria.
Cuando todo se aclare y la fuerza del pueblo vuelva a rehacer su caza, siendo su propio arquitecto, que el agua esté cristalina, todos lo entenderemos. Estos días han sido testigos de todas las impurezas con que han sido infectados los mares, el aire, las aguas dulces, la flora y la fauna, así mismo la política y la partidocracia. La corrupción, a nivel mundial no ha brillado por su ausencia y nuestro país y mi municipio, no han sido la excepción.
Sería muy triste como lo fue en Nagua, por una simple división, un inhábil se alzó con el triunfo en la alcaldía, que la del PLD diera paso al retroceso en un momento tan crucial como el presente, donde la capacidad del candidato del oficialismo a quedado expuesta sobre manera, y no importa que así haya sido si no fuera tan costoso el atolondramiento de imponerlo.
Y como dice el expresidente Leonel Fernández: “Lo que cabe observar aquí, sin embargo, como característica, es la obstinación frente a lo imposible del entonces candidato y hoy presidente de la República. Fue la primera vez que puso en evidencia ese rasgo conductual, de no comprender los limites de las cosas, sino considerar que, por mera voluntad, todo es posible”.