Santo Domingo.- La trayectoria del senador Héctor Acosta, cariñosamente conocido como «El Torito», se erige como un singular testimonio de cómo la fama, cimentada en la humildad, autenticidad y una inquebrantable rectitud, se transforma en un vehículo extraordinario para el servicio público.
El Torito no es solo un fenómeno de la música; es un caso de estudio político, pues las encuestas y mediciones de opinión pública confirman constantemente su altísimo nivel de popularidad y la predilección del electorado por su perfil.
Su popularidad no es un accesorio, sino el motor de su gestión. Su carisma natural ha derribado las distancias tradicionales, estableciendo un vínculo de confianza que trasciende las fronteras partidarias. Esta cercanía le otorga un entendimiento profundo de las necesidades de Monseñor Nouel, permitiéndole sintonizar con las aspiraciones populares.
Como legislador por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), su trabajo se enfoca primordialmente en la transparencia y la eficiencia institucional. Su iniciativa más trascendental es la «Ley que Ordena Publicar en la Gaceta Oficial los Actos de los Poderes Ejecutivo y Legislativo», un pilar fundamental para la transparencia y el derecho a la información en la democracia dominicana.
Adicionalmente, ha puesto su mirada en el apoyo al sector productivo nacional. Un ejemplo concreto de esto es la Resolución para que la leche de la merienda escolar sea adquirida de productores nacionales, un espaldarazo vital a la ganadería de su provincia y del país que incide directamente en la economía rural.
En el ámbito cultural y turístico, Acosta ha demostrado su compromiso con la identidad dominicana. Impulsó la declaratoria de la «Ruta de la Bachata» como Patrimonio Cultural y Turístico Nacional, reconociendo y fomentando una fuente de desarrollo económico y orgullo patrio. El compromiso con Monseñor Nouel de Héctor Acosta se evidencia en su gestión activa y fiscalización enérgica. Ha sido un incansable abanderado de las obras pendientes, exigiendo la finalización de proyectos viales y de infraestructura cruciales. Asimismo, ha servido como puente mediador directo entre las autoridades y los comunitarios para lograr soluciones concretas a problemas de servicios básicos.
Su labor se distingue por la seriedad con la que asume cada compromiso, demostrando una honestidad incuestionable. El Torito no teme señalar las deficiencias, manteniendo una lealtad inquebrantable a su comunidad por encima de las directrices partidarias. Su franqueza le ha ganado respeto por su integridad y su enfoque propositivo.
La máxima validación de su gestión proviene del pueblo, que lo ha honrado con un apoyo sin precedentes, convirtiendo a Héctor Acosta en el primer artista dominicano en ganar un escaño en el Senado de manera consecutiva. Este hito histórico es el sello de aprobación de un pueblo que valora su humildad y su accionar.
En resumen, la gestión de Héctor Acosta «El Torito» es un faro que demuestra que la fama se pone al servicio del humanismo, y la empatía es el principio rector de una gestión que no solo legisla, sino que gestiona con el corazón y la probidad que el pueblo merece.
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