Maite Gutiérrez
Los bebés saben muy bien quién les conviene y quién no. Antes de empezar a caminar o de decir mamá, aprenden a elegir sus compañías y rechazan a aquellos que no se comportarían bien con ellos. Es el resultado de un estudio del departamento de Cognición Infantil de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, que se publica hoy en la revista Nature.»Los adultos evalúan a la gente muy rápido basándose en su comportamiento y sus rasgos físicos, pero el origen de esta capacidad y a qué edad se desarrolla es una incógnita», escriben los autores.
Para tratar de averiguarlo, estudiaron la reacción de bebés de seis y diez meses ante comportamientos sociales positivos y negativos y concluyeron que a esta edad ya son capaces de valorar las acciones de otras personas y actuar en consecuencia. Si alguien coopera y se muestra amigable, lo prefieren a otra persona que sea egoísta y que perjudique a los demás. Es decir, que tratan de evitar lo que en el mundo infantil se conoce como los «malos».
Descubrir lo que piensa un crío de esa edad no es fácil, por eso el equipo adaptó técnicas de investigación psicológica a la mente de un bebé. En uno de los experimentos, mostraban un muñeco que trataba de subir una montaña. Otro muñeco intentaba ayudarle (el bueno) mientras que un tercero (el malo) lo empujaba para evitar que subiera a la cima. Repitieron la escena varias veces y a la hora de elegir entre el muñeco bueno o el malo, 14 de los 16 niños de 10 meses y todos los de 6 meses (12 en total) se quedaron con el «bueno». «Esto indicaba que los bebés habían construido una imagen distinta de los dos objetos en función de sus acciones», explican en el estudio. Además, todos los bebés de 10 meses mostraban sorpresa y nerviosismo cada vez que el escalador se acercaba al muñeco malo.
El hecho de que los niños aprendan a evaluar acciones positivas y negativas incluso antes de hablar se explica porque «esa habilidad es esencial para saber quién puede ser un buen compañero», ha declarado
Kiley Hamlin, primera investigadores del artículo, a través de correo electrónico. «Es básico para la supervivencia y el desarrollo de la persona, y como somos una especie social, necesitamos relacionarnos con aquellos que nos beneficien», añade.
Los autores ven esta capacidad como una adaptación biológica: el comportamiento cooperativo puede beneficiar a los miembros de un grupo, de ahí que los bebés aprendan tan pronto a elegir sus «amistades». Estas primeras evaluaciones del comportamiento «también pueden servir como base para el desarrollo de la moral, de conceptos más abstractos sobre lo que está bien y lo que está mal», afirman en Nature.El bebé se fija en todo y, aunque no lo parezca, analiza lo que hacen los adultos.
Sobre los dos bebés de diez meses que se decantaron por el muñeco malo, Hamlin no ve por qué preocuparse. «No significa que a esos niños les gusten los comportamiento negativos, podría ser que el color del muñeco les llamase más la atención o que estuviesen enfadados en ese momento».