Icono del sitio elPais.do

Trump vuelve al poder desafiando al statu quo

Donald Trump ganó la presidencia con un amplio margen sobre Harris

Fuente externa.

Donald Trump, impulsado por la promesa de derribar el statu quo, regresa a la Casa Blanca para un segundo mandato presidencial, convirtiéndose en el presidente número 47 de Estados Unidos. Su victoria representa una hazaña histórica: es el primer mandatario desde Grover Cleveland en recuperar el poder después de haber perdido la reelección. Ahora, a sus 78 años, rompe también el récord de Joe Biden, a quien superó en edad al ser elegido, y cuya competencia mental fue un tema central de sus ataques durante la campaña.

Para millones de votantes descontentos, Trump simbolizó una voz anti-establishment y un agente de cambio en medio de una era de profunda división. Su retórica provocadora, enfocada en frenar la inmigración y restaurar la economía mediante políticas proteccionistas, resonó fuertemente en un electorado temeroso de que el «sueño americano» estuviera más fuera de su alcance que nunca. Su promesa de cerrar la frontera sur, imponer aranceles al estilo decimonónico para revitalizar la manufactura nacional y reducir el papel de EE. UU. en conflictos internacionales encontraron eco en un país polarizado y exhausto de la política tradicional.

Trump logró esta victoria en un ambiente plagado de controversias y obstáculos extraordinarios. Durante su campaña, enfrentó múltiples condenas penales, acusaciones de conspirar para revertir las elecciones de 2020 y la amenaza de un intento de asesinato que no hizo más que reforzar su imagen de figura combativa y resistente. Superó imputaciones por fraude, además de juicios civiles y criminales, lo cual habría sido letal para la carrera de cualquier político convencional, pero que para él se convirtió en un motivo de simpatía entre sus seguidores, quienes lo ven como un líder perseguido por el sistema que intentaba desafiar.

Esta victoria también refleja la habilidad de Trump para manipular con éxito el temor de la ciudadanía frente a la migración y la economía. Al derrotar a Kamala Harris, quien se convirtió en la primera mujer negra y de ascendencia asiática en encabezar una candidatura presidencial demócrata, Trump consolidó su narrativa de «defensor» de los valores y la identidad estadounidense frente a lo que muchos de sus seguidores ven como una amenaza a su modo de vida.

Su regreso plantea retos únicos para Estados Unidos y el mundo. En política exterior, Trump ha prometido una retirada del país de los conflictos internacionales, lo que genera incertidumbre sobre el futuro de alianzas estratégicas como la OTAN y el respaldo a Ucrania en su conflicto con Rusia. Trump ha expresado su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin y su política aislacionista, lo que despierta preocupaciones entre los aliados internacionales. Su postura de no intervención y desdén por los compromisos globales podrían transformar el papel de Estados Unidos en el mundo, lo que ha despertado nerviosismo en la Unión Europea y otras potencias aliadas.

Además, el mandato de Trump está marcado por su promesa de un rediseño radical del gobierno, apoyado en el lema de «retribución» contra los oponentes internos, a quienes denomina «enemigos internos». En el ámbito doméstico, sus propuestas incluyen una posible militarización de las ciudades para reducir el crimen, un impulso sin precedentes en deportaciones y una consolidación del poder en la presidencia. Durante su campaña, Trump enfrentó una serie de juicios civiles, incluida una condena por fraude de $454 millones, y una condena por 34 delitos graves relacionados con sobornos durante la campaña de 2016. Sin embargo, estas imputaciones no disminuyeron su apoyo entre sus seguidores; al contrario, fortalecieron su posición como «outsider» en un sistema que prometió reformar.

Harris intentó centrar su campaña en el crecimiento económico, destacando políticas enfocadas en aliviar el costo de vida y apoyar a la clase media. Sin embargo, sus esfuerzos no lograron competir con la narrativa poderosa de Trump, quien se posicionó como la única figura capaz de «salvar» al país del caos y la corrupción del sistema establecido. Con una coalición que ahora incluye no solo a votantes de clase trabajadora blancos, sino también a votantes latinos y negros de clase obrera, Trump logró sumar a quienes ven en él una voz contra el establishment. En un ambiente de desesperanza, su propuesta de cierre de fronteras, eliminación de impuestos específicos y revisión de políticas comerciales atrajo a quienes consideraron que sus vidas se beneficiarán con el regreso de Trump al poder.

Publicidad. Continúe para seguir leyendo.

A pesar de los esfuerzos de Harris para contrastar con una postura renovadora, su conexión con la administración de Biden y los problemas económicos, como el aumento en los costos de alimentos y vivienda, complicaron su campaña. Los efectos de la recuperación económica post-pandemia promovida por Biden no fueron suficientes para contrarrestar las dificultades que enfrentan millones de ciudadanos, algo que Trump explotó en su mensaje de restauración y de «América primero».

Con este inesperado regreso, Trump llega al poder como una figura más polarizante que nunca y con una promesa de «mano dura» en política migratoria, económica y de seguridad. La combinación de políticas aislacionistas, proteccionistas y populistas puede remodelar no solo la política interna de EE. UU., sino también su posición y su relación con el resto del mundo. Para sus seguidores, esta victoria significa una esperanza renovada en la protección de sus intereses y valores; para sus opositores, marca un período de incertidumbre y preocupación por el futuro de la democracia estadounidense.

Publicidad. Continúe para seguir leyendo.
Salir de la versión móvil